verdad más profunda de todas: “Cristo me ama, bien lo sé; su Palabra me hace ver”. El Espíritu Santo nos da fe, esperanza, amor, la adopción como hijos, y el amor. Estos dones fluyen de Dios y nos son dados para que los disfrutemos y los usemos. El Espíritu que mora dentro de nosotros también transforma nuestros caracteres. Él obra en nosotros para producir reflejos de lo divino en nuestras relaciones diarias. Esas características divinas que él produce son llamadas los frutos
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